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abr 25, 2024 04:32

Para aprender

Fomentemos la lectura en nuestros niños, niñas y adolescentes

EL PATITO FEO
Como en cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral  estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos. 
Llego el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se  juntaron ante el nido para verles por primera vez.
Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por 
los gritos de alegría de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que  tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aun no se  había abierto.
Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, también los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y del salió un sonriente patito, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa! , muchísimo mas feo y desgarbado que los otros seis...
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feo y le aparto de ella con el ala mientras prestaba atención a los otros seis.
El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían... Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flaco y desgarbado, además de bastante torpe el pobre.
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe. El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyo por un agujero del cercado.
Así llego a otra granja, donde una anciana le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y solo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. Y también se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que querían dispararle.
Al fin llego la primavera y el patito paso por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. 
De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les pregunto si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:
¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
¡No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y flaco, pero no deberíais reír por eso...
Mira tú reflejo en el estanque le dijeron ellos y veras como no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejo maravillado. 
¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre. 
 
EL REFLEJO DE TUS ACTOS 
“Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subirlas se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos más, observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.
El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.
Los 1000 perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él.
Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo:
“¡Qué lugar tan agradable… voy a venir más seguido a visitarlo!”


Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.
 
Posteriormente empezó a gruñir; acto seguido vio como los 1000 perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó:
 
“¡Qué lugar tan horrible es éste… nunca más volveré a entrar allí!”.

 

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: La casa de los 1000 espejos.


Todos los rostros del mundo son espejos. Decide cuál rostro llevarás por dentro y ese será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás.

 

“No eres responsable de la cara que tienes, pero si eres responsable de la cara que pones”
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